SUBWAY

El metro de NY es como un mundo paralelo o, mejor dicho, un submundo que se extiende por toda la ciudad.

Ya he hablado varias veces de los cambios de temperatura. Los andenes, pasillos y vestíbulos son como las cuevas de Pedro Botero y los vagones como cámaras frigoríficas, no hay término medio. Muy poco saludable.

En la mayoría de las estaciones todo está viejo y sucio, pero de vez en cuando se encuentran bonitos motivos decorativos en las paredes alicatadas de blanco, sobre todo en las estaciones de los barrios buenos o más comerciales.

En general es rápido, a veces incluso demasiado, con muchos meneos y frenazos. Pero está lleno de sorpresas inesperadas, sobre todo los fines de semana en los que aprovechan para realizar obras y arreglos.

A todo el que viene a NY deberían darle antes un cursillo sobre su funcionamiento, ya que es el medio de transporte que más se va a utilizar.

Lo primero es sacar las tarjetitas de acceso, se puede hacer por un viaje o varios, por horas, por días o meses. Te las da una maquinita en la que se puede elegir un menú en español, aunque con palabras en inglés. Se puede tardar un buen rato en la operación.

Lo segundo es saber interpretar el plano, las líneas están marcadas con colores, números y letras, unas paran en todas las estaciones y otras son exprés y solo paran en algunas, pueden ir hacia el norte o hacia el sur, y ojo con la boca por la que entras porque cada una puede tener diferente dirección. Lo normal es perderse varias veces en los primeros viajes. Cuando llevas tanto tiempo como yo y crees que ya lo dominas, todavía puedes tener fallos, la cosa tiene su miga.

Pero, a pesar de todo, es muy divertido. Como en la superficie, te encuentras con todo tipo de gente y está lleno de atracciones: música, baile, magia, exposiciones y artisteo en general. También está lleno de publicidad, la más curiosa es la bilingüe.

En el siguiente álbum de fotos se puede ver una muestra de todo esto.