domingo, 1 de agosto de 2010

EPOPEYA

Ayer llegó mi amiga Carmen López y fui a buscarla al aeropuerto. Me pasó de todo.
Su vuelo llegaba a las 11,45. Como el trayecto hasta el JFK, desde nuestra casa, es de una hora aproximada, salgo a las 10,30, pensando que la iba a esperar un buen rato, porque entre el aterrizaje y la salida definitiva se pasa una hora larga de maletas y trámites aduanero.
Primero el metro se para cuatro estaciones antes de llegar al transbordo, cojo el autobus alternativo, después de esperarlo unos 15 minutos, como un piojillo entre una multitud de negros y latinos. El autobus empieza a dar vueltas por el hiperespacio de Brooklyn y, por supuesto, yo no tenía ni idea de donde estaba. En un arrebato de inspiración, me bajo en la parada correcta para coger el metro que lleva al tren del aeopuerto.
Como en Madrid, los metros en sábado tardan más.
Llega, por fin el tren de la línea A, que era la que tenía que coger, pero resulta que iba a un ramal diferente, que además era final de trayecto. Pasa un señor a limpiar, le pregunto y creo entender que me dice que me baje en la siguiente. Después de 20 MINUTOS largos nos ponemos en marcha, desesperada vuelvo a preguntar y un señor en inglés y por señas me indica que tengo que bajarne en la siguiente y cambiar de andén para coger la buena.
Gracias a una señora, que debia de ser cubana, con la que me entendí a la perfección, después de esperar otro buen rato, cojí el tren correcto y me bajé en la parada que era: HOWARD BEACH JFK AIRPORT.
Allí me monto en un trenecillo que te va dejando en las diferentes terminales. Llego a la T4 y el vuelo no aparecía por ninguna parte. Pregunto y me mandan a la T3, vuelta al tren, cuando me bajo eran más de las 13h. En ese momento me llama Carmen que, claro, estaba esperando.
- ¡No te muevas que ya llego!
Por fin nos encontramos. Alegría, besos y abrazos.
Cogemos trenecito hasta el metro y alli optamos por la línea más larga que va a Manhattan, para no tener problemas de cortes, pero no llegamos al hotel hasta las 15h. Ella había comido en el avión, YO NO.
Como es un sol nos ha traído tesoros españoles: jamón, aceite y tabaco. Nos vamos a casa a dejarlo todo y, por fin, puedo comer algo.
Después de enseñarle el apartamento y el edificio, empezamos (otra vez) la ruta turística. Times Square y sus megatiendas, paseíto y hamburguesa en los bajos del Empire State.





Al final del día, para Carmen eran como las 4 de la mañana. Yo estaba que se me caían los mocos entre tanto vagón-frigorífico del metro, con sus andenes ardientes, las tiendas iglú y los resturantes-nevera. Asi que, una aspirina y a dormir.
Hoy es domingo y vamos a misa. Esperemos que esta vez si que canten como es debido.

1 comentario:

  1. Tenías que haber aprovechado más el cursillo de inglés, jajaja... y el de orientación, claro.

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Cómo ves Brooklyn